Líneas de Chávez
I
Mire la calle.
¿Cómo puede usted ser
indiferente a ese gran río
de huesos, a ese gran río
de sueños, a ese gran río
de sangre, a ese gran río?
No he dejado de recordar, durante esta semana, tan bellos versos de ese gran poeta de Cuba y de nuestra América llamado Nicolás Guillén. No he dejado de reflexionar en el sentimiento y el sentido que contienen cada una de sus palabras. El gran río que hace doce años nos trajera a Miraflores -el pasado lunes 6 de diciembre se cumplió un nuevo aniversario de la revolución hecha gobierno- es el mismo gran río de huesos, de sueños y de sangre, que ha vuelto a mostrar su caudalosa grandeza en este trance tan duro por el que estamos pasando.
En estos días hemos constatado lo que no nos está permitido olvidar nunca, porque anima el espíritu mismo y la razón de ser de nuestra revolución: somos ese “oscuro barro y dulce / con ojos como charcos”, como decía Benedetti, en el que una vez más nos hemos encontrado entre miradas amorosas.
Aquel glorioso 6 de diciembre de 1998 lo recordamos este lunes con el agua a las rodillas y diluidos en ese río arterial que es el pueblo de nuestra Guajira. Allí elevamos nuestras oraciones a nuestro Dios y a los dioses guajiros para que nos ayuden a superar junto al inmenso corazón del pueblo wayú todo el desastre que ha causado la inclemencia de las lluvias, produciendo el desborde de los ríos Limón y Paraguachón.
A todos nuestros compatriotas de Sinamaica les hemos dado refugio en Fuerte Mara, en la aldea universitaria La Guajira y en todos aquellos espacios de los que pudimos disponer.
Por todos lados anda nuestra gloriosa Fuerza Armada Bolivariana desplegada junto a Protección Civil, Cuerpos de Bomberos, el Poder Popular, el Frente Francisco de Miranda, la misión médica cubana, en un ejercicio de solidaridad y cooperación inédito hasta ahora en nuestra historia. Qué diferencia entre la Venezuela de hoy y la Venezuela de hace 11 años cuando nos cayó la tragedia de Vargas; qué diferencia, repito: aquel era un país indefenso; hoy tenemos un país con una gran capacidad para resistir estos embates, sobreponerse y salir adelante.
Lo que está sufriendo el pueblo zuliano, al igual que el pueblo de Falcón, de Vargas y Caracas, de Mérida, Táchira y Trujillo, de Miranda, Sucre y Nueva Esparta no puede recibir otro nombre diferente al de tragedia.
Para reforzar e ir más allá de las atribuciones de autoridades y entes regionales y las que en situación de normalidad corresponden al Ejecutivo nacional, decidí decretar, en esta semana, el Estado de Emergencia en los estados Zulia, Mérida, Trujillo y Nueva Esparta.
Aprobamos un fondo especial de 100 millones -dentro del Fondo Nacional para la Emergencia redondeado en 10 mil millones de bolívares- para la región zuliana y cubrir así las operaciones de salvamento, alimentos y logística en general: 50 millones para la Guajira y 50 millones para el Sur del Lago de Maracaibo.
Ahora más que nunca estamos obligados a la redistribución de lo humano sobre el territorio, de lo económico, de lo social, lo que, a su vez, implica la profundización de la revolución democrática: la aceleración de la marcha hacia el socialismo, que es la solución a estos dramas, productos de la gran injusticia que aún impera en nuestro país.
Lo reitero: lo que sufrimos no es consecuencia de una mala jugada que nos ha hecho la naturaleza. No. Es consecuencia directa de la injusticia que reina sobre la Tierra, y que afecta, en especial, a quienes menos han tenido que ver o han provocado esta cadena de calamidades: a los más pobres, a nuestros pueblos.
II
El día martes 7 de diciembre, honrando nuestro compromiso con todos los sectores de nuestra sociedad, entregamos las llaves de sus viviendas a familias de clase media y a familias refugiadas, materializando la dignificación que queremos para todos los venezolanos y venezolanas por igual. 56 familias afectadas por las intensas lluvias fueron beneficiadas en esta primera entrega, al igual que 212 familias que han sido liberadas de la voracidad de las mafias inmobiliarias y constructoras.
El miércoles 8 de diciembre, después de visitar El Chivo y Puerto Santa Rosa, en el estado Zulia, y El Vigía, en el estado Mérida, decidí nombrar al ministro Juan Carlos Loyo como comisionado presidencial para la emergencia en toda la región Sur del Lago, junto al mayor general Euclides Campos Aponte, comandante general del Ejército Bolivariano. Ya se han conformado los equipos que se dedicarán a la reconstrucción integral, considerando el refinanciamiento y la condonación de deudas al sector agrario afectado por la tragedia.
Creamos un fondo de recuperación de la actividad productiva coordinada por el Fondas (Fondo de Desarrollo Agrario Socialista): un fondo especial de 200 millones de bolívares para el plátano, pero también para aquellos otros rubros con menor afectación, como arroz, maíz, cacao; así como la implementación de un programa especial de producción de hortalizas coordinado por Agropatria, con un fondo inicial de 30 millones de bolívares. Así mismo, se aprobaron 150 millones más para la reconstrucción y el acondicionamiento de infraestructura rural.
Y desde El Vigía anuncié la intervención de 43 latifundios que totalizan 20.200 hectáreas al Sur del Lago.
De igual forma, he decidido la creación en el Sur del Lago de una red de emisoras de radio, bajo la dirección de nuestra Fuerza Armada, como otra forma de incrementar la presencia del Estado en toda la zona y validar nuestra soberanía.
Este viernes, 10 de diciembre, lo he dicho y siento preciso reiterarlo: he sacado el látigo y la espada para esta nueva batalla que estamos librando, no contra el imperialismo y sus lacayos -ésta es otra lucha ante la cual no debemos descuidarnos-, sino contra los viejos vicios y las nefastas prácticas del estado burocrático. ¡Guerra a muerte contra el burocratismo: contra la contrarrevolución burocrática! Ahora más que nunca la calle es el campo de batalla de nuestra lucha por la justicia y la igualdad.
El mismo viernes he vuelto a exhortar a los medios públicos a darle cabida a los reclamos, a la crítica del pueblo: la interpelación popular está allí, hablando a través de muchas voces, y el Gobierno está obligado a colocarse al frente de ella.
Ante las inmensas tareas y nuevos retos que se nos suman, estamos obligados a dar ejemplo cotidiano de honestidad, entrega y eficiencia.
Se nos ha venido un diluvio encima, y con él un mar casi infinito de problemas. Debemos legislar con la premura y la radicalidad que nos exigen las circunstancias. Por eso mismo, he decidido solicitar a la Asamblea Nacional la activación de una Ley Habilitante que permita al Ejecutivo dictar decretos leyes en áreas prioritarias como la vivienda, la agricultura, la alimentación, la infraestructura y la economía, con el fin de solventar definitivamente la emergencia.
También este viernes 10 nombré a Francisco “Farruco” Sesto como ministro de Estado para la Reconstrucción Urbana de Caracas. Ya se tienen a mano los planes para la insurgencia de una nueva Caracas dentro de Caracas, con la construcción, en una primera fase, de 13.080 apartamentos populares.
III
En la gran batalla de estos días ya han quedado en el camino varios compatriotas. Quiero nombrar al sargento primero José Gregorio Sarmiento, plaza del Destacamento de Frontera número 36, del Comando Regional número 3 de la Guardia Nacional Bolivariana, con 8 años de servicio, a quien rendí tributo este miércoles 8 en El Vigía. ¡Honor y gloria para José Gregorio!
Y este viernes, cumpliendo con la sagrada misión de la solidaridad y el amor patrio, han desaparecido físicamente cuatro abnegadas compañeras: Liliana Arias (41 años) Yenitza Galíndez (27), Melitza Salas (44) y Karina Castro (31), quienes se desempeñaban voluntariamente como cocineras para ayudar a nuestros compatriotas refugiados. Todas dejan huérfanos a varios hijos e hijas: velaremos por ellos y ellas. He decidido otorgarles a él y a ellas, post mórtem, la condecoración de la Orden de los Libertadores. Son mártires, héroe y heroínas que dieron el todo por el todo para darle vida a nuestro pueblo.
Pueblo que me lees: Ante las grandes dificultades, alcémonos con nuestro Padre Bolívar, hasta la cima del Chimborazo.
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